El Hemisferio Occidental constituye el principal consumidor de energía del mundo, lo que se debe principalmente al alto nivel de utilización per cápita existente en EE.UU. y Canadá. Paralelamente, en este región las emisiones de los gases que causan el efecto invernadero son las más cuantiosas del mundo. Se prevé que en los próximos 15 años el ritmo de utilización de la energía en América Latina y el Caribe será uno de los más acelerados del mundo. La producción y gestión de la energía serán factores importantes que determinarán la capacidad de la región de atraer inversiones e incrementar la producción, como ha sucedido en el pasado. En la última década, el sector de la electricidad de muchos países se ha caracterizado por una reforma institucional que ha dado lugar a un cambio orientado hacia una mayor participación del sector privado. En el mismo período, la región ha aumentado su producción de recursos energéticos brutos, y sigue siendo una fuente clave de combustibles fósiles para el mundo. Cinco iniciativas de la Cumbre se refieren a la energía. En ellas se atienden los principales problemas que enfrenta este sector en toda la región: el reconocimiento y el apoyo del Comité Guía Hemisférico de Energía de la Cumbre de las Américas, en que se hace hincapié en la promoción de la cooperación hemisférica, regional y transfronteriza en materia de energía (iniciativas 59 y 63); la promoción de marcos regulatorios e institucionales e iniciativas de intercambio de tecnología para facilitar las inversiones en proyectos de energía limpia, como la eficiencia energética y la energía renovable (iniciativas 60 y 62), y un mayor acceso a los servicios de energía para las zonas no atendidas, especialmente las comunidades rurales e indígenas (iniciativa 61).
Los recursos minerales -metálicos, no metálicos y carboníferos- siguen siendo muy importantes para la estabilidad económica de varios países del hemisferio. La minería es una fuente de empleo e ingresos que promueve el alivio de la pobreza y el desarrollo regional. Simultáneamente, crea problemas sociales y ambientales. En la Cumbre de Santa Cruz se trataron estos temas (iniciativas 63-65).
a. Cooperación regional y transfronteriza en materia de energía
Los siguientes han sido los adelantos clave en cuanto a la promoción de la cooperación regional y transfronteriza en materia de energía:
Las oportunidades de cooperación en materia de energía mencionadas en Santa Cruz reflejan la importancia de la integración y la cooperación para que el hemisferio logre atraer inversiones para el sector de la energía y ampliar su capacidad. La colaboración entre las autoridades de mayor jerarquía del sector energético ha aumentado extraordinariamente como resultado de las Cumbres de Miami y Santa Cruz. Los Ministros de Energía del Hemisferio se han reunido tres veces en los tres últimos años (Washington, Santa Cruz y Venezuela) para promover las metas de las Cumbres y examinar posibles ámbitos de cooperación. Además han autorizado el establecimiento del Comité Guía Hemisférico de Energía y, más recientemente, la creación de una Secretaría de Coordinación en esa materia, para facilitar mejores comunicaciones entre los diversos países del Hemisferio.
En varias regiones del hemisferio se está evaluando la posibilidad de una integración de la infraestructura de la electricidad. En Sudamérica se han puesto en marcha deliberaciones y estudios serios referentes a la factibilidad de una interconexión continental. La demanda comercial e industrial ya ha conducido a interconexiones entre Chile y Argentina y entre Venezuela y Colombia. La expansión prevista para la usina hidroeléctrica de Guri, en la región meridional de Venezuela, permitirá la venta de electricidad a los estados septentrionales de Brasil mediante una interconexión de 1.500 km. Se prevé una expansión aún mayor de esta interconexión regional a través de líneas de transmisión entre Ecuador y Colombia.
En América Central el debate sobre la interconexión regional respectiva se inició en 1976, pero los recientes avances sobre este tema hacen factible establecer el Sistema de Interconexión Eléctrica de América Central (SIEPAC) en el año 2002 a más tardar. Esto puede abrir posibilidades para una conexión que se extienda de México a Sudamérica. A través de un primer vínculo de la línea de SIEPAC se interconectará a México con Guatemala a más tardar en 1999.
Se están realizando interconexiones de gas natural que comprenden el gasoducto Bolivia-Brasil y dos gasoductos programados de Argentina a Chile. La línea Bolivia-Brasil irá de Santa Cruz a San Pablo, Curitiba y Porto Alegre. El total de la inversión se estima en US$2.000 millones.
Se están construyendo las líneas que conducen de Argentina a Santiago de Chile. Una línea parte de Mendoza, siendo su costo estimado de US$600 millones; la otra parte de Lomo La Lata, estimándose su costo en US$1.700 millones. También Santiago está ampliando su red de distribución. Además, tres propuestas, cuyos costos oscilan entre US$600 millones y US$790 millones, compiten por la adjudicación del suministro de electricidad generada en usinas térmicas alimentadas con gas natural de Argentina a la industria del cobre de Chile septentrional.
El Banco Mundial ha realizado estudios referentes a dos líneas de gas natural que vincularían a diversos países de la región. La primera conectaría con Florida las reservas existentes en Trinidad y en islas del Caribe Oriental. La segunda conectaría a la región oriental de Venezuela y Colombia con América Central, México y, por último, Texas.
El aumento de la preocupación referente al cambio climático mundial ha dado lugar a una mayor cooperación hemisférica y a inversiones transfronterizas en proyectos de energía limpia. Muchos de esos proyectos han surgido de la Iniciativa de Aplicación Conjunta, que es un programa inspirado por el Acuerdo de Río de la ONU de 1992. Esa iniciativa promueve inversiones en proyectos de energía y uso de la tierra que eviten o secuestren emisiones de gases que producen el efecto invernadero. Se procura que inversionistas de países desarrollados participen en esos proyectos en países en desarrollo. De los 28 proyectos aprobados por la Iniciativa referida de los EE.UU. en todo el mundo, 21 corresponden a América Latina y el Caribe. Se han aprobado proyectos en Belice, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua y Panamá, incluidos 10 proyectos de energía renovable por un total de aproximadamente 180 MW, con lo cual podrían evitarse hasta 20 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono durante la vida de esos proyectos.
La OLADE ha contribuido al proceso de integración energética regional respaldando los proyectos arriba descriptos, y a otros que comprenden una interconexión eléctrica entre América Latina y el Caribe, interconexiones entre México y América Central, alternativas de expansión de las refinerías de América Latina y el Caribe y un estudio sobre la eliminación del plomo en la gasolina.
b. Iniciativas regulatorias, institucionales y de cooperación para proyectos de energía limpia
Se han adoptado las siguientes medidas de la reforma regulatoria e institucional e intercambio de tecnología para facilitar inversiones entre proyectos de energía limpia, como los de eficiencia energética y energía renovable:
En varios países, como Costa Rica, Bolivia, Perú, Guatemala, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Estados Unidos, se han establecido marcos más adecuados en materia de políticas y reglamentación para el desarrollo de la energía renovable. En los últimos tres años han comenzado a ejecutarse proyectos de energía renovable alternativa vinculados con redes. Por ejemplo, se han realizado proyectos de energía eólica en Costa Rica (20MW), Argentina (6,5 MW), Estados Unidos (61 MW), Brasil (2 MW) y México (1,6 MW). Se prevén proyectos adicionales en México (54 MW), Honduras (60 MW), Brasil (hasta 320 MW), Ecuador (30 MW), Perú (10 MW), Costa Rica (47 MW) y Estados Unidos (800 MW). También se ha acelerado el aprovechamiento de la energía geotérmica, estando en marcha proyectos importantes en México (agregación de 100 MW a los 800 MW actuales), Nicaragua (70 MW), San Vicente y las Granadinas (20 MW), Costa Rica (24 MW) y El Salvador (mejora de 105 MW).
Se han ampliado las alternativas de financiamiento de los bancos multilaterales de desarrollo para proyectos de energía sostenible con la creación del Programa de Mercados Sostenibles para Energía Sostenible, del BID, y la Iniciativa de Energía Solar del Banco Mundial. El primero de esos programas fue establecido en 1996 para respaldar la creación de mercados sostenibles para una ``energía sostenible'' (sistemas, tecnologías y prácticas eficientes en materia energética y fuentes de energía limpias) mediante la creación de un entorno de financiamiento suficiente de escala completa para gran número de proyectos de eficiencia energética y de fuentes de energía limpias.
La Iniciativa de Energía Solar fue establecida en el Banco Mundial en 1994 para que cumpliera una función de coordinación, estratégica y catalizadora en cuanto a la eliminación de las barreras que impiden la introducción de tecnologías de energía renovable y otras de carácter sostenible para el medio ambiente en países en desarrollo. Actualmente incluye proyectos de energía renovable por valor de US$163 millones para América Latina.
Actualmente 17 países del hemisferio -Argentina, Brasil, Bolivia, Canadá, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Guyana, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y Venezuela- mantienen programas activos de promoción de la conservación de la energía y el uso de tecnologías dotadas de eficiencia energética.
La OLADE cumple un papel importante respaldando la creación de contextos regulatorios e institucionales positivos para reducir las barreras a la inversión en materia de eficiencia energética y promover proyectos de energía renovable y otras tecnologías de energía limpia, factibles desde el punto de vista económico y convenientes desde el punto de vista social. Ha trabajado en esta materia en varios países, como Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Ecuador, Guatemala, Honduras y Perú.
c. Electrificación rural
Los siguientes adelantos han dado lugar a un mayor acceso a los servicios de energía por parte de zonas insuficientemente atendidas; especialmente comunidades rurales e indígenas:
Mayor acceso a los servicios de electricidad para la población rural de América Latina y el Caribe es uno de los más grandes desafíos con los que se ve confrontado el sector de energía en este hemisferio. Más de 50 millones de personas, o sea 10 millones de hogares, aún carecen de servicios eléctricos básicos. En los últimos cuatro años se han adoptado medidas importantes para hacer frente a este problema. Aproximadamente la mitad de los países del hemisferio mantienen programas activos de electrificación rural. Argentina, por ejemplo, ha puesto en marcha un programa de US$300 millones para brindar una cobertura universal de servicios eléctricos en el curso de la próxima década. Este programa se basa en la cooperación activa de los sectores público y privado con apoyo del Banco Mundial. El programa de electrificación rural brasileño, PRODEAM, invertirá US$50 millones para electrificar los servicios comunitarios con tecnologías de energía renovable en 5.000 comunidades, a más tardar en 1999. El Gobierno mexicano ha brindado electricidad mediante energía solar a aproximadamente 34.000 hogares rurales en los últimos seis años.
d. Minería
En el sector de la minería se registran algunos avances:
Dado el carácter no renovable de los recursos del sector minero y las crecientes presiones que se ejercen sobre la industria para que opere sin perturbar el medio ambiente, los ministros de minas han iniciado deliberaciones sobre varios temas que ayudarán a acelerar la reforma que se requiere en este sector.
En la Reunión de Ministros de Minas de las Américas, celebrada a mediados de 1997 en Santiago, un grupo de expertos examinó las iniciativas de Bolivia vinculadas con el sector minero. Ulteriormente se designaron seis grupos de trabajo, que dieron a conocer sus conclusiones en la reunión de septiembre de 1997 realizada por los ministros en Arequipa, Perú. Sigue siendo activa la colaboración regional con respecto a una amplia gama de temas que afectan a la industria, incluido un intercambio regular de estrategias de tecnología limpia, controles de agua subterránea a través de un mejor manejo de los vertederos, evaluación de peligros para el medio ambiente y creación de mercados de subproductos.
La creación de normas ambientales comunes, incluidos incentivos para el restablecimiento de lugares de explotación minera y zonas de recarga de aguas subterráneas y control de la contaminación de suelos y entornos acuáticos adyacentes, constituye un objetivo destacado de la próxima reunión de los ministros.
e. Obstáculos
La región de América Latina y el Caribe está dotada de abundantes recursos energéticos naturales. El petróleo, el gas natural, las reservas hídricas, la radiación solar y otros recursos le ofrecen enormes oportunidades de generación de electricidad, alimentación de vehículos con energía solar y suministro de combustible para otros servicios basados en la energía. No obstante, la región sigue enfrentando graves problemas en la materia, como la baja tensión y los apagones en las zonas urbanas, inadecuados servicios de electricidad para los pobres rurales y graves problemas ambientales. Parte de la solución consiste, tal como lo señaló la Cumbre, en atender esos y otros problemas por medio de una mayor integración y cooperación hemisférica, reforma de políticas y del marco reglamentario y un mayor uso de tecnologías de energía sostenibles. Esas soluciones, sin embargo, tropiezan con grandes obstáculos.
La integración y cooperación en materia de energía han aumentado considerablemente con posterioridad a la Cumbre de las Américas y a la Cumbre de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, para lograr una integración más substancial hay que hacer frente al problema de que los países del hemisferio presentan grandes disparidades en cuanto a renta per cápita y estilo de vida. Esto significa que las características del problema varían enormemente de un país a otro, y lo mismo sucede con la contribución de cada país a los problemas ambientales mundiales y locales. Por otra parte, subsisten barreras comerciales específicas, así como normas de productos desiguales en lo que respecta al suministro de combustibles y electricidad, todo lo cual se opone a la integración.
Si bien en la última década se ha tendido hacia una mayor privatización del sector de la energía, la política y la reglamentación energéticas aún varían substancialmente de un país a otro. En muchos casos, países vecinos tienen enfoques contrapuestos con respecto al sector: unos siguen operando un monopolio público en materia de producción y suministro de energía, mientras que otros han privatizado totalmente el sector y practican una competencia abierta. Dadas esas diferencias en todos los niveles de políticas y reglamentos, resulta sumamente difícil lograr una integración que rebase las fronteras nacionales y abarque toda la región.
La utilización de fuentes de energía limpias y eficientes constituye una solución potencial para muchos problemas, como la degradación ambiental, la seguridad de la energía a largo plazo y la imposición de límites a la urbanización mediante el mejoramiento de las condiciones de los pobres rurales. Un mayor uso de tecnologías de energía renovable, tecnologías avanzadas limpias de combustibles fósiles y tecnologías y servicios dotados de eficiencia energética requiere la modificación de la política y la regulación de modo que esas alternativas sean más atractivas en comparación con un suministro de energía convencional. Si bien esas reformas no son necesariamente muy costosas, sí requieren una seria dedicación de parte de los principales responsables de la elaboración de políticas, y que se haga frente a una fuerte oposición de una gran proporción de las empresas de energía convencional existentes.
El sector minero se ve confrontado con graves dificultades para lograr un desarrollo sostenible. En los diversos países existe una gran diversidad en cuanto a las normas de la actividad minera con respecto a reclamación, titulación y derechos y obligaciones referentes a la propiedad. Los salarios del sector minero son bajos y el personal profesional es escaso. Son pocos los centros de enseñanza que ofrecen programas de capacitación especializados en América Latina y el Caribe. En muchos casos el sector ha tenido que hacer frente a dilatados procedimientos judiciales, ya que en algunos casos existen yacimientos minerales intactos en parques nacionales o tierras agrícolas sumamente productivas, lo que crea conflictos de intereses.
La minería en pequeña escala suele darse en comunidades que, si no gozan de economías de escala que les permitan competir con operaciones de gran escala de carácter multinacional, se ven ante graves dificultades.
f. Recomendaciones
El logro de una mayor integración hemisférica en materia de energía y de una mayor sostenibilidad del sector son los aspectos cardinales de los capítulos de la Cumbre de las Américas y de la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible referentes a la energía. La cooperación mutua de los protagonistas del sector de la energía del hemisferio para alcanzar las metas de la Cumbre debería reforzarse mediante la labor del Comité Guía Hemisférico de Energía y su Secretaría de Coordinación y de la OLADE.
Los países del hemisferio deberían evaluar las posibles aplicaciones de tecnologías de energía sostenibles y medidas dotadas de eficiencia energética a los efectos de desarrollar aún más el sector de que se trata y al mismo tiempo manejar sus repercusiones sobre el medio ambiente y el contexto social y económico. Para ello se podría revisar las políticas vigentes, brindar capacitación y efectuar evaluaciones de repercusiones ambientales locales y mundiales y llevar a cabo un intercambio de información que permita utilizar en mayor medida esas alternativas. Organismos internacionales como la OLADE, la OEA, el Banco Mundial y el BID deberían contribuir al éxito de ese proceso.
La competencia en procura de capital de inversión para el sector de la energía ha asumido proporciones mundiales. Lograrán atraer inversiones las regiones y los países que establezcan condiciones de mercado más transparentes, estables y equitativas. La OEA puede colaborar en cierta medida, ayudando a los países a reformar sus políticas, facilitando un diálogo entre la comunidad de los inversionistas, los responsables de la elaboración de políticas y otros expertos. También está en condiciones de trabajar con las instituciones bancarias multilaterales para orientar el financiamiento hacia ámbitos en que es más necesario, y también para procurar que respalden proyectos que confieran mayor sostenibilidad a este sector.
El sector minero, los gobiernos y el sector académico deberían colaborar para mejorar la legislación, los recursos humanos y la investigación en tecnologías innovadoras y establecer instrumentos de política que mitiguen los efectos negativos de las emisiones, los líquidos contaminantes, los desperdicios sólidos y un uso de la tierra derivado de la producción, la transformación, el transporte y el uso de metales y minerales, prestando especial atención a los vaciaderos, los escapes de ácidos, el control de las aguas subterráneas y la comercialización de subproductos.
La OEA podría ayudar a los gobiernos a celebrar una reunión para diseñar pautas y políticas de resolución de conflictos. Los gobiernos deberían tratar de coordinar sus esfuerzos para diseñar y aplicar una serie de cursos de capacitación con respaldo de una entidad apropiada, como la Corporación Andina de Fomento.