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18.36.- La compleja interconexión de los sistemas de agua dulce
exige una ordenación global de dichos recursos (basado en la
ordenación de las cuencas hidrográficas) y ha de fundarse
en un examen equilibrado de las necesidades de la población
y del medio ambiente. En el Plan de Acción de Mar del Plata
ya se reconoció la vinculación intrínseca entre los proyectos
de explotación de los recursos hídricos y las importantes
repercusiones de carácter físico, químico, biológico,
sanitario y socioeconómico. En aquel momento se determinó
que el objetivo de salud ambiental general seria el siguiente:
``evaluar las consecuencias que las distintas utilizaciones
del agua tienen en el medio ambiente, apoyar las medidas encaminadas
a controlar las enfermedades relacionadas con el agua y proteger
los ecosistemas''.
18.37.- Se han subestimado durante mucho tiempo el alcance y la
gravedad de la contaminación de las zonas no saturadas y de
los acuíferos a causa de la relativa inaccesibilidad de estos
y de la falta de información fiable sobre los sistemas de acuíferos.
La protección de las aguas subterráneas es, por consiguiente,
un elemento imprescindible de la ordenación de los recursos
hídricos.
18.38.- Habrá que tratar de alcanzar simultáneamente tres
objetivos para incluir los elementos de la calidad del agua en
la ordenación de los recursos hídricos:
- Mantenimiento de la integridad de los ecosistemas de acuerdo
con el principio de ordenación de preservar los ecosistemas
acuáticos, incluidos los recursos vivos, y de protegerlos eficazmente
de toda forma de degradación.
- Protección de la salud pública, tarea que no solo requerirá
suministrar agua potable libre de gérmenes patógenos, sino
también luchar contra los vectores de enfermedades en el medio
acuático.
- Desarrollo de los recursos humanos, clave para fomentar la
capacidad y requisito para el control de la calidad del agua.
18.39.- Todos los Estados, según la capacidad y los recursos
de que dispongan, y mediante la cooperación bilateral o multilateral,
incluidas, según proceda, las Naciones Unidas y otras organizaciones
competentes, podrían fijar los objetivos siguientes:
- Determinar los recursos de agua superficiales y subterráneas
que podrían desarrollarse para su aprovechamiento de manera
sostenible y otros importantes recursos dependientes del agua
que se puedan aprovechar y, al mismo tiempo, iniciar programas
para la protección, conservación y aprovechamiento racional
y sostenible de esos recursos;
- Determinar todas las fuentes posibles de abastecimiento de
agua y preparar planes para su protección, conservación y
uso racional.
- Iniciar programas eficaces de prevención y control de la
contaminación del agua, basados en una combinación adecuada
de estrategias para reducir la contaminación en su origen mismo,
evaluaciones del impacto ambiental, y normas obligatorias aplicables
a descargas de fuentes puntuales importantes y fuentes no puntuales
de alto riesgo, que sean proporcionales a su desarrollo socioeconómico.
- Participar, tanto como proceda, en programas internacionales
de vigilancia y ordenación de la calidad del agua, como el
Programa mundial de vigilancia de la calidad del agua, el Programa
del PNUMA de ordenación ecológicamente racional de las aguas
interiores, los organismos regionales de la FAO sobre la pesca
en aguas continentales, o el Convenio sobre las marismas de importancia
internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas.
- Reducir la incidencia de enfermedades relacionadas con el
agua, empezando con la erradicación de la dracunculosis (enfermedad
del gusano de Guinea) y de la oncocercosis (ceguera de los ríos)
para el año 2000.
- Establecer, según su capacidad y sus necesidades, criterios
de calidad biológica, medica, física y química para todas
las masas de agua (aguas superficiales y subterráneas), con
miras a mejorar constantemente su calidad.
- Adoptar un enfoque integrado de la ordenación ecológicamente
sostenible de los recursos hídricos que incluya la protección
de los ecosistemas acuáticos y los recursos vivos de agua dulce.
- Aplicar estrategias para la ordenación ecológicamente
racional de los recursos de agua dulce y ecosistemas costeros
conexos, mediante, entre otras cosas, el examen de las pesquerías,
la acuicultura, los pastos, las actividades agrícolas y la
biodiversidad.
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