Es fundamental para la supervivencia del planeta y de sus especies la existencia de comunidades sustentables a pesar de que la rutina sea pasar por alto los negativos impactos económicos, sociales, y sobre la salud, de las grandes obras energéticas. El antidemocrático paradigma de desarrollo dominante, incluidas las políticas energéticas orientadas al suministro,es insustentable, genera deudas inaceptables y desigualdades en el consumo de energia, altos niveles de contaminación, destruye culturas, economías locales y la naturaleza.
La decisiones energéticas tienen un profundo efecto sobre el desarrollo de cada sociedad y de su economía, sobre la división mundial del trabajo, sobre la soberanía de las naciones e incluso sobre la geografía mundial.
Poderosas trasnacionales y grupos de capitales que no rinden cuenta a los Estados son las que controlan la producción y la distribución de energia, así como los bienes y servicios a ella asociados y son causantes de graves problemas sociales y ambientales. En especial, todas las formas de energia nuclear tienen peligrosas consecuencias ambientales, sanitarias, sociales y militares. Son, por tanto, insustentables e inaceptables.
Deben usarse cada vez mas recursos financieros y humanos para la conservación, la eficiencia energética y fuentes alternativas de energia renovable para proporcionar un sustento ecológico a las generaciones presentes y futuras. Una canalización así de los recursos, junto a una creciente educación ambiental, son esenciales para cambiar las tendencias actuales de devastación ecológica, tales como deforestación, calentamiento global, disminución de la capa de ozono y la contaminación radiactiva. Ello debe incluir una oferta mayor de formas de transporte y producción de energia que sean ecológicamente sustentables, así como la reducción, reutilización y reciclaje de residuos.