``El viajero que por primera vez llegue a nuestro suelo y contemple esa pequeña y modesta cruz de mármol, que se encuentra casi cubierta de la hierba que crece en el histórico campo de castañares, no ha de figurarse seguramente que ella sea el monumento que guarda las cenizas de los vencedores y vencidos el 20 de Febrero de 1813.
Y cuál sería el juicio que ese viajero formaría del patriotismo de los hijos de Salta al saber que ese humilde monumento nos recuerda una de las gloriosas epopeyas de nuestra independencia?
No se concibe verdaderamente, como los descendientes de Güemes permanezcan sumidos en una desidia imperdonable y que en todo el tiempo transcurrido desde aquella gloriosa jornada, no hayan podido levantar en el Campo de la Cruz un monumento digno de la memoria de los que derraman su sangre generosa en holocausto de nuestra libertad.
Si el General Belgrano se levantara de su tumba y contemplara en medio del llano, esa mezquina memoria a sus hechos heroicos, se avergonzaría seguramente de haber dado libertad a un pueblo que tan mal ha sabido recompensar sus sacrificios, hasta el extremo de no haber podido erigir en el sitio histórico un monumento que honre y perpetúe dignamente ese glorioso acontecimiento que con letras de oro está grabado en las páginas de la historia de nuestra independencia.
Donde está pues ese legendario patriotismo de los hijos de Salta?
Porqué no se recolectan fondos por medio de una suscripción popular para destinarlos a una obra tan meritoria, como es la erección de un monumento digno de los héroes que con tanto denuedo lucharon en el Campo Castañares?
Si no hubiese sido que la Unión Universitaria de Córdoba y Santa Fé colocaron esa pequeña cruz de mármol en aquel histórico sitio, hasta hoy todavía hubiéramos contemplado indiferentes ese antiguo y carcomido madero, que desde muchos años señalaba el lugar donde se encontraban los restos sagrados de los valientes del 1813.
Esa es pues, una imperdonable desidia de los salteños, y ojalá que al conmemorar en 1898 el gran aniversario del 20 de Febrero, contemplemos en el campo de la cruz un hermoso monumento costeado con el óbolo de los hijos de este pueblo de tan gloriosas tradiciones.
Así, el forastero que nos visite por primera vez, al mirar ese recuerdo a nuestros antepasados, dirá que los salteños saben honrar dignamente la memoria de aquellos, y que siempre están animados de sentimientos nobles y patriotas''[1].
El 15 de Mayo de 1899, el Gobierno Provincial encargó la erección del monumento a una comisión compuesta por el Vicario General y Gobernador de la Diócesis Julián Toscano, el Intendente Municipal Dr. Manuel Anzoategui, el Dr. Miguel Ortiz, el Dr. Aniceto Latorre y el Dr. Manuel Solá. El decreto provincial disponía ``La restauración del monumento, de tal modo que resulte digno de los hechos conmemorados ocupando además, un sitio en los terrenos destinados para parque''.
Esto se debe a que, el 15 de Enero de 1884, los señores Angel y Victorino Solá realizaron una donación de terrenos a la Municipalidad de Salta, en presencia del Escribano Mariano H. de Mendoza. Estas manzanas situadas en el campo de la Cruz, tendrían como objeto ``beneficiar a la población dándole un local adecuado y saludable para paseo y descanso... para que se construya un parque''. En caso que no fuera cumplido en el término de cuatro años el objetivo de dicha donación, o se le diera a estos terrenos cualquier otro destino, volverían a poder de sus antiguos dueños.
Seis años más tarde, los señores Solá retificaron ante escribano la donación realizada a la Municipalidad de las cuatro manzanas ``destinadas a la construcción del parque 20 de Febrero'', renunciando a todos los derechos sobre ellos [25].