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Antecedentes

Es posible que la Cumbre de las Américas sobre Desarrollo Sostenible, realizada en 1996, pase a la historia como una acción que colocó al Hemisferio Occidental a la cabeza del resto del mundo, vale decir la primera región que elaboró un plan básico para el desarrollo sostenible en el marco de los acuerdos globales adoptados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que se celebró en Río de Janeiro en 1992. Lo convenido en Santa Cruz se basó en la Declaración de Río y en la Agenda 21 y consolidó a nivel político lo que se entiende por desarrollo sostenible en las condiciones específicas de las Américas. El Plan de Acción de Bolivia también sentó para el Hemisferio Occidental sus prioridades dentro de la amplia gama de asuntos tratados en la Agenda 21.

En la Cumbre de las Américas, que se llevó a cabo en Miami en 1994, los países del hemisferio reiteraron su consagración al desarrollo sostenible y acordaron varias acciones encaminadas a proteger los recursos naturales renovables, garantizar su uso eficiente y luchar contra la contaminación. En la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo celebrada en Barbados en 1994, dichos gobiernos definieron más precisamente sus prioridades para la acción. Junto con la Agenda 21, los acuerdos de Miami y Barbados han sido los fundamentos del Plan de Acción de Bolivia. Además de determinar que se realizara la Cumbre de Bolivia en 1996, el Plan de Acción de Miami estipuló que se celebraran reuniones anuales sobre desarrollo sostenible, a nivel ministerial, lo cual puso en marcha un proceso importante de diálogo interamericano.

El Plan de Acción de Bolivia es ambicioso e incluye iniciativas en los ámbitos de la salud, la educación, la agricultura, la silvicultura, la diversidad biológica, los recursos hídricos, las áreas costeras, las ciudades, la energía y la minería. Aunque la Declaración y el Plan de Acción no cubren el desarrollo sostenible en su totalidad, constituyen una base para que los países del hemisferio comiencen a concertar gradualmente nuevos acuerdos sobre políticas que abarquen otros elementos fundamentales para lograr un desarrollo económico, social y cultural sostenible desde el punto de vista ambiental.


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